Los músicos están en el escenario. No tienen partituras ni nada preparado. Al igual que el público, no saben lo que van a tocar. Se concentran, escuchan el silencio y finalmente dejan salir un impulso sonoro. Comienza la improvisación. Constantemente construyen y deconstruyen reglas musicales e intentan crear una nueva experiencia sonora sin ceñirse a un género.
Anıl Eraslan sobre la película
Como músico improvisador que abandonó Turquía hace 23 años, sigo vinculado a la escena de música improvisada de Estambul. Desde hace más de tres años, trabajo en un proyecto documental con mis amigos improvisadores que viven allí. Estos músicos, universitarios o autónomos, son las figuras definitorias de la escena musical de "improvisación libre" de Estambul. Desde instrumentos tradicionales turcos como el tanbur y el kemenche hasta sintetizadores modulares y guitarras eléctricas, la gama de instrumentos es muy amplia. Cada músico procede de un entorno musical diferente, como la música contemporánea, la música turco-otomana, el rock, el noise o el jazz. Hacen música sin limitarse a un género musical concreto, jerarquía o ambiciones comerciales.
En este cortometraje en Super 8, fusiono diferentes secuencias del proyecto principal en curso y me centro únicamente en la propia ciudad, utilizando frecuencias de radio e improvisación con violonchelo y objetos para reinventar la esencia del vibrante paisaje sonoro de la ciudad.