Lëkïxï Ëjts

En plena Sierra Norte de Oaxaca, las montañas mixes se elevan hacia el cielo y una sinfonía se despliega con el sol naciente. A las seis de la mañana, las melodías bajan de las montañas y conducen a los niños de Santa María Tlahuitoltepec desde sus casas hasta la escuela municipal de música. Junto con el viento y el susurro del bosque, se siembran mundos musicales en los jóvenes de aquí.

A lo largo del día, el aire de Tlahui se llena del ritmo de las bandas de música que resuenan en cada rincón del pueblo. Incluso cuando la trompeta de Miles Davis resuena en los sagrados salones del bar de Marcelo, conocido localmente como Tsakpaak, la acústica natural de las montañas amplifica cada nota, creando una especie de sistema estéreo en la Sierra.

Tlahui es más que un pueblo de montaña: es un verdadero anfiteatro de sonidos, donde los sonidos de la naturaleza se encuentran con las complejas melodías de la gente. En mi viaje a Tlahui me acompañó mi amigo y músico Facundo Vargas, cariñosamente conocido como "Kunt". Un músico conocido en Oaxaca y Ciudad de México por su capacidad de improvisación. Kunt me familiarizó con los sonidos palpitantes que caracterizan la vida en las montañas mixes del norte. A través de él, conocí un lugar donde la tradición y la innovación se unen en la creación musical.

Uno de los momentos más destacados de mi estancia en Tlahui fue la oportunidad de asistir a los ensayos de la explosiva banda "Los Pream", en la que el propio Kunt toca el trombón. Los Pream nacieron del deseo de explorar los territorios inexplorados de la improvisación y representan una nueva y audaz frontera en el paisaje musical de la Sierra de Oaxaca. Su álbum de debut "Lëkïxï Ëjts", que grabaron en tres días en una vieja casa de adobe en el corazón de su comunidad, es un testimonio de su incansable dedicación a su oficio.

Con cada tema, Los Pream llevan al oyente a un viaje a través de la riqueza de la cultura mestiza, mezclando elementos del funk, los Balcanes y el jazz con las tradiciones ancestrales de sus antepasados. Es una celebración de la diversidad, una sinfonía de voces que toca el alma de Tlahui y más allá.

Mientras el sol se pone en otro día en Tlahui, recuerdo la belleza atemporal de este lugar donde la música es más que un sonido: es una forma de vida. Y cuando me voy, me llevo conmigo la acústica de la Sierra.